La Isla 🏝 

Puerto Rico 🇵🇷 , como muchos saben, es un contexto difícil de explicar, debido en parte a la complicada —y vergonzosa— relación de desigualdad que impone el gobierno de los Estados Unidos sobre los habitantes del archipiélago. Lxs puertorriqueñxs no somos un caso aislado, ni somos el primero en la lista de territorios que actualmente viven bajo la bota neoliberal estadounidense. La colonialidad que se vive allí, es una dentro de un sofisticado espectro de matices de de opresión. Sería injusto pretender explicar las complejidades que atraviesan la realidad puertorriqueña en un par de páginas, como lo sería también pretender explicar las complejidades que atraviesa la realidad dominicana, la estadounidense o la española. Pero, es precisamente el acto de reconocer esa complejidad lo que de algún modo intentaré abordar en este texto acerca del trabajo de Sofía Maldonado. Debo aclarar, que los argumentos que elaboraré a través de este texto aunque se nutran puntualmente de datos, no pretende bajo ningún concepto justificar el trabajo ni las investigaciones de Maldonado, así como tampoco pretenden describirles de manera objetiva.

La proximidad y el lugar desde el cual me interesa aproximarme a este ejercicio es en sí mismo una declaración de propósito respecto a lo que significa para mí comentar el trabajo de una colega puertorriqueña desde un contexto ajeno al nuestro. Ahora bien, reconozco que es una tarea complicada proponerse explicar el ‘porqué’ y el ‘cómo’ un espacio geográfico puede llegar a ser un lugar de enunciación política, culturalmente hablando. A la vez sería absurdo negar que muchos de los mitos que nos vinculan a esa geografía repercuten también en cómo nos adjudicamos un lugar en el mundo —y en el que le adjudicamos a otrxs—.

Me parece importante hacer algunas menciones, por eso de ofrecer un par de coordenadas que nos permitan poner a Puerto Rico en perspectiva. Es importante tener en cuenta que luego de décadas de bonanza económica, el archipiélago atraviesa muy posiblemente una de las peores crisis financieras desde la ocupación estadounidense en 1898. Comenzando por el cierre del gobierno durante la administración de Anibal Acevedo Vilá (2005 – 2009), pasando por el despido de decenas de miles de empleados públicos a manos de Luis Fortuño (2009 – 2013) hasta la imposición de una Junta de Control Fiscal (2016), instrumento del Congreso de los Estados Unidos compuesto de miembros asignados a dedo —mayormente empresarios del sector privado— encargados de controlar las finanzas públicas y priorizar el pago de la deuda estatal por encima de cualquier necesidad. A esto se añade, la privatización acelerada de servicios y la precarización del sector público; desastres naturales como el Huracán María en 2017 y los terremotos de 2018 dejaron a cientos de personas sin hogar y además cobraron la vida de miles. Luego, la renuncia forzosa del ex gobernador Ricardo Roselló (2017 – 2019) a raíz de las protestas del verano del 2019 y con su dimisión, inestabilidad sobre las estructuras de los dos partidos mayoritarios. Casos de corrupción en las portadas de los periódicos y vacantes en las alcaldías.

Decenas de miles de puertorriqueños han abandonado la Isla desde entonces, mientras el Estado invierte en la redacción de leyes para la atracción de capital extranjero, modificando radicalmente el panorama actual en la Isla, haciendo aún más profunda la brecha de desigualdad entre estadounidenses y puertorriqueños. Los efectos de estas decisiones han multiplicado las instancias de confrontación ideológica y los antagonismos. A lo que se suma, un incremento progresivo en el costo de vida, las crisis sanitaria global y la crypto-especulación, sin mencionar los matices que añaden las perspectivas de las comunidades racializadas, sexo disidentes y las mujeres. Puerto Rico, es parte de un trópico convulso, terriblemente administrado, producto de violencias centenarias y agresiones que todavía hoy continúan.

Biografía y mito, o imaginar para ver(se) en el presente

Artistas de todas las disciplinas reclaman desde la ficción la posibilidad de imaginar otras narrativas. Ya sea a través del humor o la ironía, la posibilidad de transgredir los límites de lo “real” guía muchas veces la voluntad de hacer. Sofía se ha hecho de una carrera de por lo menos dos décadas de producción, que van desde el grafiti y la pintura de caballete, hasta el diseño y la producción de eventos. Su trabajo se ha nutrido siempre de la colaboración con otros artistas y del encuentro con otras formas de arte. En su trabajo, la escala y la autonomía con la que gestiona sus proyectos son fundamentales.

Me parece relevante destacar como parte de su trayectoria, las aportaciones hechas a la escena del grafiti y el arte urbano en Puerto Rico. Su particular forma de intervenir edificaciones con trazos y manchas monumentales producen landmarks en la ciudad que no pasan por desapercibidos. Y aunque en principio, la paleta vistosa y la gestualidad de sus manchas sean para algunos elementos formales que le acercan al ornamento, el acto en sí es político, en todo caso se vale de una “politicidad” distinta a la propaganda. A diferencia de las formas más convencionales de muralismo y arte urbano en el archipiélago, Sofía ha elaborado una estética propia más cercana a la abstracción, tan sofisticada y elaborada como las aproximaciones gráficas que se llenan las calles de imágenes.

En la medida en que su lenguaje afirma y valida aspectos de la subjetividad que pueden leerse como metáforas vinculadas a un proceso de relacionamiento con su entorno, su trabajo también funciona como una máquina que pone en marcha un entramado de  reflexiones en torno a la experiencia urbana. Señalando la decadencia y el deterioro de los centros urbanos en una apuesta por la capacidad que tiene el arte de relacionarse con estos espacios y sus transeúntes sin ser condescendiente. Esa estrecha conexión con la cultura urbana es lo que de algún modo enmarca esta exposición. La colección de propuestas que reúne la muestra, reafirma vías y estrategias de identificación con lo propio que se alimentan de estereotipos que derivan de una cultura visual estrechamente vinculada a versiones mediatizadas de la cultura urbana y a los lenguajes que brotan de las redes sociales. 

A esa capa de información, se suma la experiencia de sus estancias fuera del Caribe, y con ello añade cierta perspectiva que le permite identificar otros matices de la vida isleña. Esa distancia, dolorosa pero estratégica, provee espacio suficiente para poner en crisis algunos supuestos sobre la identidad. Es ahí que La Ninfaaa como avatar, le sirve a Maldonado, en el metaverso y en la realidad material, como vehículo para transitar aspectos de su feminidad y búsquedas personales; o como arquetipo personal de libertad y desobediencia a través del cual coinciden aspectos míticos y biográficos en favor de narraciones en las que se desdibuja la línea entre lo real y lo imaginario. En esta caso, La Ninfaaa, además de una referencia importante, está presente de varias maneras en la muestra. Empezando por el panteón de diosas que encarnan las ilustraciones digitales en formato NFT. Seis deidades —incluyendo a La Ninfaaa— sobre paisajes en colores estridentes, luciendo cada una versiones opulentas y luminosas de sí mismas que rinden homenaje a cinco divas del género urbano: Atabey (Ivy Queen), Hecate (Megan Fox), Futakuchi-Onna (Rihanna), Mama Wata (Cardi B) y Mazu (Liu Yifei). Esta parte de la muestra estará accesible al público en el metaverso a través de Over App.

Este grupo de imágenes digitales da continuidad a una colección que fue parte del proyecto FEMTRAP (2018). Una serie de eventos multidisciplinarios en los que Sofía fungía como productora y miembro del colectivo de artistas que producía el contenido y animaba el evento. Las actividades solían servir como plataformas en las que coincidían raperas y traperas emergentes junto a pole-dancers, twerkers y DJs, en su mayoría mujeres. Las colaboraciones que se dieron como parte de los eventos también sirvieron como punto de partida para el desarrollo de una serie de ilustraciones sobre papel a través de los cuales Sofía exploraba aspectos de la sensualidad y la identidad femenina en la cultura urbana. Las seis piezas en formato digital que se presentan como parte de esta muestra mantienen un diálogo con las exploraciones de 2018 pero se distinguen en tratamiento y temática. Aquí La Ninfaaa se hace a sí misma parte de un panteón de diosas que ella misma ha seleccionado.

En diálogo con las referencias que motivan el desarrollo de FEMTRAP—y en el mismo espíritu colaborativo—, esta exhibición incluye la instalación “Cambios de piel”, compuesta por piezas de ropa de la artista con etiquetas que llevan narraciones en prosa que parecieran ser parte de una biografía afectiva. La instalación cuenta además con mercancía intervenida con la marca de la artista y con una selección de fotografías producto de una colaboración entre la bailarina Denise Marrero y este servidor, como fotógrafo documentador. Los relatos, compaginados con las piezas de ropa junto al registro fotográfico que documentó la interacción entre Denis y Sofía, produce un cruce fortuito entre lo que podría ser el display de una vitrina en una tienda por departamento con el contenido de un libro de artista. La combinación de los elementos, si queremos, narran una crónica en la que se solapan relatos personales con episodios del trayecto de ida y vuelta entre Puerto Rico y España, desdibujando otra vez la línea que separa el “allá” y del “acá”.

Continuando con la exploración entorno a la sensualidad, la feminidad y lo identitario, las fotografías que forman parte de la instalación, mantienen un diálogo estrecho con una colección de impresos tipo flyer (volante) que promocionan servicio sexuales y prostitución en Madrid. En su mayoría, mantienen una estética consistente, colores sólidos, fotografía con rostros anónimos y cuerpos semidesnudos; precio, tipo de servicios y localización (metro y barrio). Normalmente se encuentran en la calle, en las ventanas de los coches aparcados junto a las aceras, de modo que conductores y transeúntes puedan encontrarlos. Es muy particular de este material, que suelen mantener el mismo formato (7,4 x 10,5 cm.) algunos se imprimen en blanco y negro como fotocopias pero el grueso de los que se encuentran en la calle son a color por ambas caras. Es curioso además, que suelen ser consistentes respecto al tipo de frases que utilizan y la información que ofrecen, por ejemplo: “chica independiente”, “nueva en la zona”, “madurita”, “jovencita latina”, “caribeña joven”, “foto real”, “24 horas”, “piso discreto”, “copa gratis”, incluso, muchos llevan la bandera que corresponde a la nacionalidad de la persona que ofrece los servicios sino es que lo dice de facto, “brasileña”, “colombiana”, etc.; migrantes en su gran mayoría tipificadas a la medida del mercado. 

Es interesante como este material resuena en las investigaciones de Sofía, quien luego de una estancia en New York ahora migra temporalmente a España desde el Caribe, trasladando también su búsqueda sobre lo femenino, con el añadido de la exotización que se impone sobre las personas migrantes y los matices de ello que sólo salpican a las mujeres y cuerpos feminizados. De algún modo, la selección de obras que componen esta muestra proponen un diálogo entre las estéticas de la cultura urbana contemporánea con una reflexión acerca del espacio que ocupa la imagen de la mujer migrante de origen centro, suramericano y caribeño en la ciudad de Madrid. En ese sentido, podríamos decir que las fotos —y la invitación impresa al evento— son una cita al imaginario y la estética que se perpetúa en estos impresos. Este, no es el único proyecto en la muestra en el que se puede apreciar un vínculo con el material, la serie de pinturas Aguas Muertas (2021), también echa mano de los volantes, poniendo en relieve la relación entre sensualidad y seducción con la imagen de lo femenino. Una feminidad mediada por los intereses de la mirada masculina a quién va dirigida esta propaganda. Las pinturas como tal, funcionan como abstracciones hechas a partir de gestos que podemos vincular al grafiti o al reflejo de la luz tropical sobre los picos de mar revuelto. La paleta de colores llamativos sobre lino crudo se combina ocasionalmente con algunos de los volantes que a modo de collage proponen un diálogo formal con la pintura aportando pistas sobre el contexto en el que se producen las piezas. 

El resto del contenido de la muestra participa del mismo diálogo, aportando referencias que van directamente sobre asuntos que tienen que ver con la cultura urbana, con su biografía y con eventos que atraviesan la realidad contemporánea en Puerto Rico. A grandes rasgos, son proyectos que arrojan pistas adicionales acerca de su trayectoria y metodología de trabajo. Como es el caso de las pinturas Purple Swag: Ecdisis hechas en colaboración con el grafitero y diseñador gráfico puertorriqueño, Pedro “Spear” Torres quien interviene directamente sobre las piezas. Según la artista, este díptico pertenece a un grupo de obras que aluden al cambio de piel de las serpientes, refiriendo así a los cambios que ella misma ha atravesado en su transito físico y emocional; entre Sofía y La Ninfaaa, entre la Península y el Archipiélago, entre lo individual y lo colectivo. No menos importante, nos parecen las intervenciones en vivo durante la inauguración junto al vídeo y el neón que forman parte del recorrido. Las acciones performáticas le otorgan a la inauguración un aire de “happening”, donde ciertas pautas están definidas de antemano pero el resultado depende de la interlocución con la audiencia. La selección de música a cargo del DJ español b!lly servirá como escenario a la coreógrafa puertorriqueña Denise Marrero quien hará un intervención de pole-dancing durante la apertura. Esto a su vez se compagina con la luz azul que arroja el neón titulado DEMON TIME, el cual hace referencia al fenómeno de los ‘online stripclubs’ que se dio en Instagram durante la pandemia como reacción a la clausura de estos espacios y la urgencia económica de lxs trabajadorxs por devengar un salario que les permitiera sobrevivir durante la crisis sanitaria. Por último, al fondo de la sala se percibe el reflejo en movimiento de un vídeo que despliega una selección de referencias que localizan temporalmente la producción y que sintetizan algunas de las relaciones más relevantes en materia de investigación, así como las facetas que le vinculan al presente equipo de colaboradorxs. 

Entonces…

En resumen, la exposición como tal, le sirve a Sofía como plataforma para entablar una conversación a través de la cual narrar algunas de sus experiencias más recientes sacando provecho de las particularidades que ofrece cada medio y de los matices que propone cada conversación. Su obra testifica cómo la experiencia en la diáspora se devela a sí misma como lugar que provee de sentido a las dislocaciones que ocurren como resultado del tránsito cultural entre uno y otro lugar. Cuestionando tal vez, el concepto de identidad como dispositivo que cualquiera podría llevar, independientemente su experiencia le vincule o no al territorio del cual brotan los elementos de identificación. En ese sentido, la lectura que ofrecemos acerca del trabajo contenido en sala, afirma las diferencias y abraza las contradicciones contenidas en las diferentes capas de información que condensa cada propuesta.

El proyecto curatorial que acompaña a Sofía y La Ninfaaa, es una crónica de los tránsitos migratorios que nos permiten coincidir en un momento que enfrentamos la necesidad de interrogar los procesos de identificación con lo propio. Atendiendo de cerca, asuntos que tienen que ver con la pertenencia y performatividad del género y la nacionalidad. En ese sentido, las afirmaciones que hagamos cada uno sobre ‘lo puertorriqueño’ apuntan a las memorias en común y la redes afectivas que atraviesan tanto la distancia geográfica como los choques idiosincrásicos entre la cultura hispano-europea y la caribeñidad neocolonial puertorriqueña en la que cada uno se cocina y se busca la vida.

Podríamos que decir, que uno de los resultados de este intercambio nos ha permitido enunciarnos colectivamente a través de la validación y el reconocimiento de lo subjetivo, asumiendo la injerencia que cada uno tiene respecto a la construcción del imaginario que le identifica y le permite vincularse a los demás. Abrazando, si queremos, el acto artístico como forma de posicionarse frente la dislocación que provocan los clichés sobre la imagen que se hace el otro (nunca antes “otreado”) acerca de nosotrxs.

En Madrid, 23 de mayo de 2022.

Abdiel D. Segarra Ríos
Artistas, gestor cultural y curador

*Texto curatorial para la exhibición “Sofía y La Ninfaaa”, de la artista Sofía Maldonado en la nueva sede de Espacio Cómplices en la Calle Ave María, 11 en el Barrio Lavapiés de Madrid, España.